
La fresca noche del 9 de septiembre auguraba un show para el recuerdo. Las expectativas eran muchas y se notaba entre los presentes. La buena onda y las ganas del público prepararon el terreno adecuado para lo que venía. Buffalo presentaría por primera vez en su totalidad su álbum debut, “Temporada de Huracanes”, de marzo de 2003.
Luego de las bandas soportes (Gripe y los muy recomendables Aridonia) que mantuvieron listo y dispuesto al respetable, subieron a las tablas los 3 hombres de la noche: Buffalo.
En una entrevista -en este mismo medio- Claudio Pastor nos adelantó que el show contendría cada elemento del disco, incluyendo samples, intros y efectos sonoros varios. De esa manera comenzó el show con “Gracias”, dejando en claro entre cassette y cassette las influencias más que tangibles de la banda: Sabbath, ZZ Top, Misfits, Metallica, etc. Al cabo de unos pocos segundos se vino el primer clásico de la noche con “El Peregrino” y sus riffs al palo y su marcha imparable. El sonido era casi perfecto y el juego de luces se ajustaba excelentemente a la onda que transmitía la banda. Luego llegó “Río Arriba” con su coro y riff irresistible. Y permítanme remarcar la influencia de Black Sabbath en casi todo el tema y el tufillo a Danzig/Misfits en las voces.
Lo que siguió fue “Playa Tortuga” seguida del separador “Kim” y “Sed de Tormentas”, con su onda al QOTSA más hitero. Luego vino el instrumental “Entonces…”, acompañado de unas palabras de El Pastor, que se notaba especialmente de buen humor. “Pescando en la Marea” y “Angel de las Espinas” brindaron el suficiente groove para que más de uno caiga rendido a los pies del búfalo. “Dormido Al Volante” subió la apuesta dejando a todos listos para los últimos minutos del álbum.
Al finalizar la épica y destacable “Rasante” llegó el momento del show que muchos esperaban. Un compendio de gemas tomó el mando del setlist. Sonaron “Dañar por Dañar”, con su pesadez a flor de piel, “Temporada de Huracanes” (del disco “Karma”) y “El Fantasma Del Río Grande”, entre otras. El final llegó con “Asesino de Corderos” y un Pastor prendido fuego, directamente bajando del escenario para tocar entre su público. Una imagen para enmarcar.
Una pregunta giraba alrededor de mi mente esa noche: ¿Cuándo una banda puede darse el lujo de tocar un álbum entero? ¿Cuándo es una banda consagrada? Creo que es el caso de Buffalo.
Cronista: Boris Bargas
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