VELOCIDAD 22 – Gier (15-10-17)

Cuatro años pasaron desde “Metalcoholizacion”, primer larga duración de Velocidad 22. Era tiempo de que los vándalos de cuero continúen el camino etílico que forjaron con aquel disco de 2013. “Culto al Acero” ya está entre nosotros, y es un monumento de metal que demuestra el crecimiento exponencial que tuvo la banda en todos los flancos, desde las melodías de guitarra que se sacan chispas de manera inhumana, a los berridos salvaje de Paul Divano. Pero esto no es una reseña del maravilloso disco que lanzaron los veloces, sino de la fecha presentación de dicho material, una fiesta que quedará en la memoria de los asistentes a fuerza de riffs y champagne.

Los encargados de dar puntapié inicial a la velada fueron los muchachos de Metaluria. Desde San Fernando al mundo, se trata de una banda que hace del Speed Metal su bandera, la cual flamean con vehemencia y un conocimiento profundo del género. La velocidad es el factor común que une a casi todas sus canciones, himnos instantáneos como “Quimera de un Oficial”, “Guerrero” o “Fuerzas en la Noche” incendiaron el escenario de Gier.

Durante 2016 editaron su disco debut “Fuerzas en la Noche”, y ese crecimiento se puede notar en lo afilados y compactos que suenan en vivo. Dario y Parma conforman una de los dúos de guitarras más sólidos del under local, sobre todo en el aspecto rítmico. Pero la contundencia sónica no podría sostenerse sin el trabajo de Kino detrás de los parches, golpeando sin compasión y marcado el pulso frenético de las canciones. Como todos esperábamos, “Heavy Metal” dio cierre al setlist de una manera totalmente emocionante. Ese estribillo premonitorio que anuncia el regreso victorioso del Heavy Metal, se transforma en realidad en cada nuevo recital de Metaluria.

La noche se acaloro a medida que la gente comenzaba a llenar el recinto. Me asombró gratamente la cantidad de público que se acercó a Colegiales a compartir una noche de metal veloz y maldito. La horda de presentes fue testimonio del buen momento que está pasando la escena, con una camada renovada de bandas y un público hambriento por consumir todo ese Heavy Metal.

“Sin Espuma” subió al escenario inmediatamente para mantener vivas las brasas. Lo de ellos es el rock duro, sin vueltas, directo a la garganta. Gran parte del encanto y poder de la banda reside en la energía y el despojo con que escupen riffs del más etílico rock and roll. Es imposible no mover los pies con estribillos mágicos como el de “Ayer soñé con el carpo” o “Sábado demente”, la inyección de electricidad es directa.

Hace tiempo que Herpes viene demostrando ser una de las bandas underground más interesantes de la actualidad. Esa mezcla salvaje de punk rock, heavy metal clásico y un amor insondable por los riffs, hacen un cóctel explosivo que conquista el corazón de todo amante de la música distorsionada. Verlos subir con las capuchas sobre la cabeza y las guitarras al hombro es una experiencia en sí misma, agradezco poder ser testigo de bandas de este calibre todos los fines de semana. Desde el trémolo en el verso de “Nabucodonosor” al riff N.W.O.B.H.M promediando “La iglesia universal”, lo de Herpes fue una lección de acero. Abrazarme junto a amigos y desconocidos mientras los encapuchados entonaban “Angel de cuero” me hizo comprender lo magnífico del momento, sentirse vivo por el instante en que los riffs inundan el recinto. Lo visceral de las notas, la hermandad y el calor del Heavy Metal confluyeron en esa monumental última canción: “Pene de acero” sigue siendo una bomba directo al cerebro (directo al corazón) como desde el día uno. Hay una sinergia extraña  – casi alquímica – entre los acordes, que transmiten una plenitud muy especial. La noche aún era joven pero las almas y los cuerpos de los presentes ya habían sido castigadas por partida triple.

A esa altura de la velada, Gier estaba sencillamente explotado. Caminar era sinónimo de cruzarse con caras conocidas, felices todas ellas. Con este panorama Makinacion tomó las riendas del escenario. Los muchachos se reivindican como una banda de rock pesado, y esa descripción les sienta muy bien. Es inevitable no pensar en bandas directas como Riff a la hora de describir su sonido, entre el rock clásico y los destellos de Heavy Metal que se cuelan entre las melodías. Canciones como “Rock Pesado en las calles” o “Makinacion” fueron el soundtrack del desmadre nocturno en Colegiales.

La jornada se cerraba y el momento determinante estaba cada vez más cercano. Los veloces se subieron al escenario. Pala, Lucho, Divano, Germen, Yulian, todos ellos envestidos por la ansiedad y la urgencia de enchufar los instrumentos y devastar el lugar hasta los cimientos. El ataque comenzó con “La venganza de las huestes”, canción que también abre el flamante disco. Un corte de speed metal cargado de violas gemelas que se saca chispas a toda velocidad. Siguieron “Culto al acero” y el primer clásico de la velada, “La brigada beoda”, un verdadero himno a las hordas etílicas que se acercaron a cantar rabiosas estas canciones. Imposible no sentirse parte de algo especial y más grande con estribillos así.

Los cinco sujetos que componen Velocidad 22 estaban prendidos fuego. Yulian y Lucho correteaban mientras Germen y Pala sostienen la base rítmica. Divano, como siempre, capitaneando la embestida letal. Pasaron grandes canciones como “Viejo Aburguesado”, “Ciego en La Banda” (tributo a la ciudad mágica que se transformó en segundo hogar de los muchachos) e incluso hubo lugar para un cover atronador de Twisted Sister. Dee Snider hubiese estado orgulloso de haberlo presenciado.

Tanto agolpado contra la valla como contemplando el espectáculo metros atrás, la fecha fue un ejemplo inobjetable de cuales son los factores que hacen magnífico al Heavy Metal: la pasión y la intensidad. Tanto arriba como abajo del escenario. Saber que sobre las tablas los instrumentos son ejecutados por maniáticos igual de fervientes que aquellos que agitan los brazos desde abajo. Sentir esa tan denostada y mal interpretada hermandad de acero, compartir tragos y abrazos con propios y ajenos con canciones como “Alas Metalizadas” o “Reincidente Nocturno” de soundtrack. Imposible no emocionarse ante tal demostración.

Todo lo bueno debe concluir, y así es como “Cadeneando en Plaza Francia” dio cierre a un set contundente, cargado de clásicos y nuevas gemas que ya se ganaron un espacio en el corazón de los veloces. Luego de brindar con champagne y sudor, “Defenders of the Faith” sonaba en los parlantes. Un canto apropiado para describir lo acontecido en Gier. Las caras exhaustas pero contentas a la salida son el mejor veredicto y crítica que existe. Solo puedo agregar que no hay que dar por sentado recitales under de este calibre, donde algunas de las mejores bandas que tenemos se reúnen a derretirnos la cara a fuerza de riffs. Que viva el Heavy Metal, que viva Velocidad 22.

Cronista: Ian Undery




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