Rata Blanca – Luna Park (09-08-2018)

Y si un meteorito se dirigiera directo a la tierra, y supieras que mañana mismo se acaba el mundo qué es lo que harías, qué pensarías de todo aquello que aun no has hecho, pero imaginatelo cayendo a toda a marcha con un zumbido aturdidor directo cayendo al obelisco. Bueno, así fueron las imágenes que dieron pie al 30 aniversario de Rata Blanca en una enorme pantalla de 180 grados en el Luna Park.

Que les dijera que esa noche hacia un frío de morirse, que se tardó en abrir las puertas y que a pesar, de estar agotado, mal acostumbrada a caminar por campos agotados cual ladrón por rayo laser, les diría que para mi aun entraba más gente, pero esto son datos superfluos que les comento al pasar. Pero hablando pronto y claro sobre el setlist, podríamos armar un debate de que canciones no deberían faltar en este aniversario, que se caen de maduro y como carajo metemos 11 discos, y la orquesta en dos horas de show; bueno ahí esta el error muchachos: el show duró 3:30 hs. Para sorpresa de todos aproximadamente 2:15 hs se dedico al setlist eléctrico compuesto por 21 canciones, iniciando la noche con «Los chicos solo quieren rock» y destaco aquellos temas que no son común escuchar en show en vivo de Rata, tales como: «Ella», «Los ojos del dragón» y «Jerusalem». Y los clásicos de siempre; «La otra cara de moneda», «Aún estas en mis sueños», «Solo para amarte», «El Reino Olvidado», «Endorfina», entre otras.

Todos sabíamos que era una noche especial, a pesar de que el verdadero aniversario fue el año pasado tras la muerte de Guillermo «El Negro» Sanchez. Y aunque Rata ya había anunciado y tocado con su reemplazo, Pablo Motyczak, era la primera vez que lo hacia en Capital Federal, y sobre todo en un Luna Park. Por eso, al terminar «Abrazando al Rock and Roll» Walter Giardino tomó el micrófono como pocas veces lo ha hecho en estos años y le dedico unas palabras al Negro, y muchos podrán decir lo que quieran de Giardino pero yo les juro que vi un hombre compungido, lloroso que aun no puede creer que perdió a su amigo.

Otro tema a destacar fue «Mujer Amante» con el cual Walter esperaba que nos vayamos poniendo en atmósfera con la Orquesta ya que con solo una guitarra española, un violín y violonchelo, tocaron en acústico la versión más hermosa que había escuchado en la vida de este tema.

Siendo el final del show eléctrico con «Agord» era momento que la pantalla se levantará y saliera la Orquesta o eso entendimos nosotros que pasaría pero no, para la sacada de pelucas de todos esa pantalla se dividió en dos partes en el centro estaba toda la orquesta ya sentada. Dando el pie para otra hora y quince minutos mas de show, compuesta por ocho canciones «La llave de la puerta secreta», «El guardián de la luz», «Noches sin sueño», «Capricho árabe», «Sinfonía Fantastica», «El sueño de la gitana», «La leyenda del hada y el mago» y «El último ataque». Contarles como sonó la orquesta en «La hija del Océano», olvidenlo. Sino lo vivieron no saben lo que se perdieron; fue Rata Blanca potenciado como nunca en la vida se escucho, con los arreglos del Director de Orquesta Patricio Villarejo y con unos  violines filosos y sagaces. Casi al final no se pudo escuchar la orquesta y la gente puteo al sonidista, pero son cosas que en un show de estas inmensidades es posible que ocurra. Gran parte del show se escucho perfecto y la Orquesta fue aclamada por la gente al final.

Todo culmino con el himno argentino y la gente omnibulada sin poder creer lo que había vivido pero que aun resonaba en el fondo de su ser. Walter rompió el chanchito, se gasto la guita en producción, pero que valió la pena y nos dejo con la boca abierta como ningún show nacional lo ha hecho; eso se da por sentado. Es mas si quieren lo enumeramos, pantalla gigante 180 grados, gráficas que iban con cada canción, pantalla que se abría al medio, orquesta, fuego, humo, luces por todos lados, que mas quieren. No quiero perder mi elocuencia pero fielmente les digo acá hubo un laburo de producción, detrás de escena, de miles de ensayos como pocos lo habrán hecho así que yo aún sigo aplaudiendo de pie y agradeciendo a Rata Blanca por tanto.

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Cronista y Fotógrafa: Cynthia Zelarayán




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