Nightwish – Estadio Malvinas Argentinas (30-09-2018)

La historia de Nightwish puede relatarse como una singular epopeya. Desde su fuerte irrupción en la escena metalera, allá por fines de los 90s, sorprendiendo al mundo entero con la inclusión de una vocalista soprano que sirvió para redefinir los conceptos de lo que hoy se conoce como Metal Sinfónico/Gótico, hasta el final abrupto de aquella maravillosa era en 2005 signada por la bochornosa ruptura que la banda de Tuomas Holopainen (tecladista y cerebro de la banda) tuvo con, justamente, Tarja Turunen – la voz y la imagen responsable de refrescarle la cara al rock pesado – para después caer en un período que tuvo más dudas que aciertos con la reemplazante Anette Olzon y prolongar esta situación de incertidumbre hasta 2012. Todo parecía venirse en picada de una manera incontenible hasta que ese mismo año, y cuando muchos ya pensábamos que la banda se había pegado un tiro en el pié del cual jamás iba a poder recuperarse, el acontecimiento que pareció ser una solución temporaria terminó por convertirse en la decisión más acertada posible: incorporar en sus filas durante plena gira mundial (dada que la situación con Olzon también se volvió insostenible) a la ex vocalista de After Forever, Floor Jansen. En efecto, la gigante holandesa no sólo sirvió como rueda de auxilio para que el grupo pueda completar los compromisos ya asumidos en aquél tour sino que se volvió una pieza fundamental para que los fineses recuperen el éxito que perdieron en la segunda mitad de la década pasada y regresaran más fuertes que nunca. O al menos así lo confirmó el magnífico show que Nightwish brindó en el Estadio Malvinas Argentinas de Paternal.

El vínculo del público local con Nightwish siempre fue especial y quizás el pasado 30 de septiembre esa alianza encontró su coronación con lo que seguramente fue el show más grande de la banda en nuestro país. Y no hablo solamente en términos de convocatoria, ya que el micro estadio cubierto de Argentinos Jrs., lleno hasta explotar, bien podría compararse con las convocatorias que la banda logró en su última visita en el Luna Park de 2015 o con el ya lejano Obras Sanitarias de 2004; me refiero también al marco y a las circunstancias que se suscitaron en torno a esta fecha.  Desde el momento de su anuncio, el llamado “Decades Tour” generó muchísima expectativa, ya que este recorrido por los veinte años de carrera de la banda sirvió como excusa para armar una lista de canciones sencillamente deliciosa donde no dejaron etapa sin recorrer. Si a eso le sumamos el anuncio de que el recital en Argentina serviría de base para el próximo DVD que la banda va a sacar sobre este tour, las emociones estaban todavía más a flor de piel. Demasiada excitación se palpaba en el aire y la prueba más contundente quizás sea que a pesar de aquel lluvioso domingo por la tarde, desde muy temprano, los fans ya estaban sitiando los alrededores del estadio.  

Es por eso que los actos soporte pudieron contar desde el vamos con una considerable cantidad de público presente, y en ese sentido hay que decir que la actuación de los locales Boudika fue más que destacable. Con una propuesta acorde al acto central de la noche, y con un sonido más que correcto, la banda arrancó muchos aplausos del respetable dejando una grata impresión. Mención aparte para la vocalista Eve Gusti, de gran performance.

Otros que recibieron también una gran acogida fueron los integrantes de Delain. Esta banda nos viene visitando muy seguido este último tiempo y en base a eso han sabido ganarse una nutrida base de fans en territorio argentino, hecho comprobable con la clamorosa bienvenida que los presentes les dieron (que minuto a minuto iban en aumento hasta colmar el estadio) y que vitorearon cada una de las canciones que integraron su breve set, haciéndonos dudar de si se trataba de una banda soporte y no del acto principal. Ni hablar cuando Marco Hietala se subió al escenario durante “Sing To Me”.  Minutos antes de las 21.00 hs. el clima no podía ser más ideal para lo que estaba por venir.

Porque si con Delain el público se mostró fervoroso, no fue nada comparado con lo que estaba por acontecer. Desde el minuto cero hasta el ciento veinte (duración aproximada del show) la entrega de la plebe fue absoluta. No era para menos. Lo de Nightwish aquella noche quedará para la historia. Desde “End of All Hope” hasta “Ghost Love Score”, lo del sexteto rozó la perfección. Por sonido, por entrega, por efectos visuales, por setlist, por ejecución, por emoción, por todo. Si efectivamente de este recital quedará como testimonio un futuro DVD, desde ya les voy anticipando que cueste lo que cueste valdrá cada centavo que inviertan en él.    

Podría escribir una constelación de caracteres para seguir elogiando lo que fue el Decades Tour en nuestro país y así y todo me quedaría corto. Si el efecto rebote que tuvieron cuando estaban en lo más bajo allá por 2012 tenía que alcanzar un techo, seguramente fue esa noche en el barrio de Paternal. Y frente a esto no podemos hacer otra cosa que darle nuestras bendiciones al propio Holopainen; el tipo entendió a tiempo que tenía que hacer urgentemente un cambio de piezas en el equipo y la jugada le salió de manera magistral. En ese sentido, otra decisión acertadísima fue en sumar a Troy Donockley al elenco. El tipo es un multi-instrumentista fenomenal que se acopla perfectamente a una banda que funciona aceitada como una maquinaria pesada. Emppu Vuorinen (guitarra) no le pifia ni a un estornudo;  Kai Hahto (batería) cumple su rol correctamente, mientras que Holopainen, siempre medio escondido desde atrás en su fortaleza de teclados, capitanea el barco como sólo los líderes saben hacerlo. Por su parte Marco Hietala con su bajo y sus coros vikingos le ponen calor a las composiciones más contundentes (“Wish I Had an Angel”, “The Kinslayer”, “Slaying The Dreamer”, etc.) pero por más protagonismo que quiera acaparar es imposible quitarle la mirada a la estrella de la noche; y claro que estoy hablando de Floor Jansen. Su sola imponente presencia al momento de pisar el escenario se roba todo los flashes; y ni que hablar cuando despliega todo su talento el cual no se limita solamente a su prodigiosa voz sino también a sus movimientos sensuales, a su energía para acompañar las secciones más potentes o a su inmenso carisma. Y después, claro, están las canciones. ¿Por dónde quieren empezar? ¿”Come Cover Me”? ¿”Devil & The Deep Dark Ocean”? ¿”Elevenpath”? ¿Esa monstruosidad épica de casi veinte minutos llamada “The Greatest Show on Earth”? Cualquiera que quieran elegir como el punto más alto de la noche tendrá su debida justificación.

Nightwish brindó uno de los shows más destacados de este 2018 que entra en su fase final. Ahora solo resta esperar el DVD con ansias. Porque espectáculos como estos valen la pena volver a verlos una y otra vez.   

Cronista: Juan Manuel Guarino




· Volver




















logos_apoyo