Satan – Asbury Club (23-05-2015)

CNWp3tvUna verdadera celebración de heavy metal se vivió en Asbury de la mano de Satan. Después de haber visitado Chile en 2014 sin pasar por nuestro país (como a menudo sucede con muchas bandas), los íconos de la NWOBHM encararon una nueva gira que esta vez sí los trajo a  Buenos Aires, donde muchos se congregaron para recordar los mejores momentos de los 80. Una muestra del nuevo revival que vive actualmente el heavy más tradicional fue la elección de las bandas que conformaron el cartel, casi todas ellas activas en la década del 80.

A las 20 horas comenzó a sonar Belcebú, banda pionera del metal argentino, de la camada de V8, Bloke, Dhak, Thor, Hellion y otras tantas. Luego de haber editado una escasísima tirada de una grabación en vivo se disolvieron y habrían de pasar casi tres décadas para la reformación del grupo, actualmente integrado por Marcelo Generoso (voz), Ricky Záccara (guitarra), Marcelo Záccara (batería) y Diego Záccara (bajo). Se encargaron de empezar a ponerle calor a la noche con un heavy de manual, muy poderoso, con grandes riffs y melodías.  Así sonaron viejas canciones que mantienen plena vigencia como “Ares”, “Lucha conmigo”, “Soy heavy” o “No nos detendremos”, grabadas en un EP recientemente editado con todas las ventajas de la tecnología actual.

Luego siguió Témpano, la única de las bandas locales que no tocó en los gloriosos ochenta, si bien ya cuentan con quince años de trayectoria levantando la bandera del metal. La banda la integran Lucas Rusatti y Jorge San Román en guitarras, Diego Cabaleiro en batería, Ariel Peltz en bajo y. Emiliano “Lobo” Novoa en voz, con un tono que recuerda a Carlos Cabral y una imagen a mitad de camino entre Eric Adams y Mark Tornillo. Ejecutaron tanto temas de su primer disco Puños de metal (2008) como la ganchera “Dioses”, un tema nuevo: “Sicario”, y otras de su último álbum Lluvia Negra (2012) como “Vengador nocturno” y la clásica “Traidor”.

Pasadas las 21:30 se presentó Paranoia, actualmente conocidos como Heavy Paranoia Metal, quienes entregaron un metal algo más crudo y menos refinado que sus predecesores, con influencias thrash. Pese a haberse fundado en 1983, el conjunto actualmente conformado por Cristian Clavario (bajo), Cristian Zárate (batería), Gustavo Zárate (guitarra) y Enrique Costilla (voz) editó su primer álbum (luego de un demo y un ep) en el 2009 bajo el nombre Sobre las ruinas de la falsedad, del que interpretaron temas como “Luchar para existir” o “Justicia desigual”. Además sonaron canciones nuevas y una versión del clásico de Ozzy “Crazy Train”.

Tras más de veinte minutos de silencio llegó el turno para Demolición de Bloke, la encarnación actual de la legendaria banda de los 80, una de las pocas que llegó a editar un disco, aquel Demolición de 1984. Bajo el mando del guitarrista original Marcelo Simoni, lo rodean grandes músicos experimentados como  Miguel Ángel Oropeza (guitarrista de Kamikaze, hermano del difundo baterista del grupo), Jorge Chiossoni y Omar Saavedra (guitarrista y bajista de Malacara, respectivamente), Pablo Méndez (baterista en Other Side) y Charly Coria (vocalista de Man in Pain). Inmediatamente se destacaron con un sonido de excelencia, con cada instrumento con el volumen justo (considerando que son tres guitarras). Además la banda está tan aceitada que parecía estar escuchando un disco, impecable. Tras un inicio instrumental explotaron con, “Antes del fin” con la voz de Coria bien al frente, y dejando entender a la perfección cada verso cantado. Varios temas de su disco Demolición como “Identidad real”, “No esperen por mí”, “Alma de chacal” o “Bajo el signo del terror”  deleitaron a muchos de los presentes, jóvenes y nostálgicos. Finalmente la despedida fue con el inoxidable clásico que abre el disco “Demolición (Mental)”.

 Faltaban quince minutos para la medianoche cuando finalmente bajaron las luces y se palpitaba la esperada salida de Satan ante un Asbury que, si bien no se encontraba lleno, albergaba unas 150-200 personas. El inicio fue a puro clásico, siguiendo el orden de su debut Court in the act (1983), el cuál con los años adquirió una amplia reputación de culto como uno de los exponentes de la NWOBHM que sin llegar a triunfar comercialmente, dejó un importante legado en forma de material de primera calidad. Así “Trial by fire” y “Blades of Steel” pusieron la temperatura bien en alto, permitiéndonos disfrutar de la leyenda con un sonido fenomenal. El cantante Brian Ross mantiene sus cuerdas vocales en excelente forma, los guitarristas Steve Ramsey y Russ Tippins brillan con grandes solos, melodías contagiosas y riffs que ayudaron a definir y dar identidad a toda una corriente. El bajista Greame English y el baterista Sean Taylor conforman la implacable base rítmica de la banda que se encuentra en un gran momento. No solo a nivel sonoro sino también compositivo ya que su último disco Life Sentence (2013) los encontró exactamente a dónde se habían quedado treinta años atrás, manteniendo la calidad, la frescura y energía de sus composiciones clásicas, algo de lo que no demasiadas bandas se pueden jactar. Entonces fueron sonando varias canciones del que podría ser considerado uno de los grandes regresos discográficos de los últimos tiempos como “Time to die”, “Twenty Twenty Five”, “Cenotaph” (dedicado a los héroes de guerra), “Life sentence”, “Testimony” o “Incantations”. Estas fueron mechadas con otras de su viejo material como “Break free” (con introducción halfordesca), la instrumental “The Ritual” y “Opression”, canción de su primer demo de 1981 que contaba con Trevor Robinson en las voces. Con “Alone in the dock”, tema que pone cierre a Court in the act, se despidieron momentáneamente. Sin embargo, la función debía continuar de la mano de sus canciones más antiguas como “Heads will roll” (canción del primer demo que trata de la revolución francesa), “No turning back” de Court in the act, enganchada finalmente con otro tema de su material de 1981 como “Kiss of death”.  Este fue el broche de oro de una noche inolvidable, gracias a una banda que se encuentra muy vigente pese a haber estado 28 años fuera de las tablas (de ahí el nombre Life Sentence del último disco, es la cantidad de años que cumplen los condenados a cadena perpetua en el Reino Unido). Una hora y media clavada de show para celebrar el metal.

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Cobertura: Sebastián De la Sierra
Fotografías: Ariel Flomenbaum




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