
Desde el otro lado de la pantalla está Emiliano Scaricaciottoli, docente y compilador de Impenitentes, para hablar sobre el tercer libro del Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el heavy metal argentino. A solas con Metal Argento, cuenta sobre el entramado de la obra, la relación entre la academia y el heavy metal y el futuro del GIIHMA.
Para hablar de Impenitentes, primero hay que hablar del Grupo de Investigación Interdisciplinaria sobre el heavy metal argentino. Emiliano Scaricaciottoli, compilador de Impenitentes, dice que el GIIHMA tiene una verticalidad muy clara que es asumir la tarea como una tarea de militancia, pero que también tiene una horizontalidad contundente: el GIIHMA es grupo. Y para completar, retruca: “no competimos en el ámbito universitario, hacemos literatura y nos encanta siempre y cuando haya una coherencia de obra. De “Se nos ve de negros vestido” hasta acá ves eso, después te puede gustar más menos.”
Scaricaciottoli es docente de Teoría Literaria III en la carrera de Letras de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y de Lengua y Literatura en el Colegio del Libertador (Flores, CABA). En su historial, data que ha publicado capítulos en libros como Boedo. Políticas del realismo (compilado por Miguel Vitagliano), y Cultura Metálica I y Cultura Metálica II (Clara Beter). Además, publicó en co-autoría con Oscar Blanco, Las letras de rock en Argentina. De la caída de la dictadura a la crisis de la democracia. 1983-2001. (Colihue, 2014), libro que a su vez tuvo su seminario de grado entre 2014 y 2015, también en la UBA.
Al GIIHMA se lo podría definir como un espacio de producción intelectual que atraviesa diferentes disciplinas de estudio pero con objetivos concretos y motivadores. Si bien su inicio fue motivado por la falta de espacio por parte de los medios de comunicación masivos y porque académicamente solo vivenciamos investigaciones aisladas y costosas, Scaricaciottoli comenta que mientras sufrían al ver como a nivel internacional se iba degradando esta idea de los estudios sobre el metal en pos de un reconocimiento académico, el GIIHMA escribía para sentirse un poquito más libre. Y agrega: «también para pensarnos dentro del metal al menos como lo vibramos nosotros y establecer el ensayo como forma de trabajo para ponernos de culo con ciertos sectores del periodismo especializado. Porque hay que decirlo, así como tenemos compañeros de rutas bellísimos Santiago Pogonza de Enfermo Metal Radio, Gabriel Columbus de Rompiendo el Silencio y como tanta otra gente más, también hay gente que le hizo muy mal. En la última Feria del Libro Heavy Metal tuve el desagrado de escuchar a César Fuentes y no tengo ningún problema de decirlo en ese sentido teniendo en cuenta que amaba sus editoriales en la linda época de la revista Madhouse o las editoriales del Ruso Verea.»
¿Cómo es el trabajo del GIIHMA?
El trabajo del GIIHMA siempre es colectivo y tiene dos vectores: el deseo y la coherencia de qué lectura de coyuntura hacemos nosotros con respecto a qué momento está el metal argentino. Ahora, Impenitentes llevo mucho tiempo y este es el último libro del grupo que yo compile solo. Ese trabajo para Emiliano ya está, ya fue. Lo que viene y va a venir que es un cuarto libro, sin dudas que va a venir un cuarto libro dentro de dos años, pero con otra estructura de trabajo.
El prólogo de este tercer libro del GIIHMA está hecho por Nelson Varas Díaz, profesor de Psicología Social en la Florida International University (USA) y director del documental sobre heavy metal latinoamericano Songs of Injustice (2019). Allí dice sobre Impenitentes: “es como una invitación a seguir la bronca. Honestamente no creo que tenga mejor forma de describirlo. Caminando firmemente mientras dibujan su propio mapa de un territorio que pocas personas quieren recorrer, abordan al metal desde los campos de lo político, lo social, lo literario, lo psicoanalítico, lo nacional y lo anti-nacional. ¿Que a usted no le gustan estos enfoques? ¿Que no los entiende? A ellos/as no les importa.” Aún así, el compilador responde: “Cuando Nelson presentó su documental en Centro Cultural de la Cooperación lo que había era un mapeo de bandas latinas y lo que intento hacer es que “no nos cuenten la historia de”, pero te lo está contando alguien desde el norte bancando por una universidad privada de Estados Unidos” Bajo este mismo punto, Scaricaciottoli arremete: “Uno puede crear algo que no existe. Yo te puedo decir que hay una tendencia del folk metal en toda Latinoamérica. Ahora, esa tendencia ¿Es representativa? ¿Es homogénea? ¿O tiene puntos de contacto que pueden ser o no ser? A mi me parece que todos los intentos aún propios que te cuentan la historia de otros me parece una falta de respeto total. Es como que yo escriba un libro sobre el metal brasileño no estando en el territorio. Yo puedo trabajar lateralmente, pensar de manera comparativa o analógica, literaturas comparadas, eso se puede hacer. Claro que sí. Decir que hay tendencia y trabajar un territorio del otro, sin estarlo, no. Yo con el tiempo me fui desencantando de eso de a poco porque es sacarte información para construir la historia, tu propia historia.”
¿Y qué es Impenitentes?
Una forma de intervención. ¿Y por qué? Porque no es una forma celebratoria, si lo fuera sería una biografía, por ejemplo. Hay una enunciación muy fuerte no del ensimismamiento, sino de buscar en uno el eco de todas esas cosas que estamos escuchando alrededor. Primero hay que mencionar de dos trabajos anteriores Se nos ve de negros vestidos: Siete enfoques sobre el heavy metal argentino (2016) y Parricidas: mapa rabioso del metal argentino contemporáneo (2018). La compilación lleva mucho tiempo porque es ordenarlo, cranearlo con los demás, ponerlo en palabras y poner un esquema de trabajo y disciplinamiento. Los libros están atravesados por el deseo y disciplinamiento del deseo aunque a muchos no les guste, pero es así. Por eso, el libro viene con un QR para ir siguiendo la playlist con la que íbamos trabajando y con un montón de bandas que lamentablemente quedaron afuera cosa que es injusto, pero viste que los mapas son arbitrarios. Impenitentes es eso, es todo lo que hay, es un pantallazo de todas las orientaciones que hay en el metal contemporáneo y la gran pregunta sigue siendo por la referencia. Es decir, vivo el padre, pero muerto simbólicamente, hay otras expresiones muy claras y contundentes, pero lamentablemente el único que había marcado el camino para hacer algo distinto fue Pato Larralde y lamentablemente se nos fue en la pandemia. Al menos para mí, y esto me hago cargo yo, se terminó la gran posibilidad que haya una referencia taxativa y clara que reemplazará de manera natural todo el derrape, y la falta de obra de la última época por cierto, de la figura de Ricardo Iorio.
Sin Pato y con un Iorio desdibujado, entonces. . .
Entonces, hablamos de nuevas orientaciones porque no hay una referencia concreta de algo nuevo. Quizás algunos compañeros y compañeras dicen que la referencia nueva es el circuito, el candidato es el proyecto. Lo que sí hay son movimientos que se amalgamaron con otros. A Pato no le gustaba, pero ¿Por qué cerraron todos los stoner fest que se hicieron? Estar pegados a Los Natas y ese palo hicieron que se los identificara con ese movimiento. No le gustaba en el sentido que lo discutíamos al estilo de que cada vez que le decías “ustedes que hacen stoner” te decía “nosotros no hacemos stoner, hacemos metal y rock pesado argentino”. De todas maneras, ahora estamos en un proceso post Impenitentes de que no existe ese encono infantil para con la obra de Ricardo. Me parece que a la obra hay que tomarla como tal y hay que jerarquizarla. Y no hay que regalarsela a nadie, ni a ningún amarillo ni a ningún celeste en toda de esa dimensión.
Hablando de géneros ¿Cómo fue trabajar con estilos extremos como el grindcore, el doom?
Me parece que lo extremo tiene que ver con el discurso desregulador para una época. El artículo del grindcore lo escribimos con Luciano Scarrone y es por afiliación al deseo. Nos encontramos yendo a ver bandas como Medium o The Killing y vimos que hay una tradición del grindcore en Argentina. Y también lo que vemos es que hay una construcción antinacional que de todas maneras no es novedoso. Tomamos a The Killing como la referente con una escuela Napalm Death, de poner bombas o como supo ser Crematorio en su momento y no entrar en el grindcore escatológico que igualmente existe en el país, pero que no que no nos interesaba. Esto no es mío, es de Néstor Perlongher, un antropólogo y escritor argentino: “la literatura en argentina funciona como tajo y no como tatuaje, es decir iba hasta al hueso siempre. Aun cuando quería hablar de otra cosa, lo social no podía escaparle». El metal nacional tiene el escudo, el prócer, la bandera, tiene todo armado. Entonces, antinacional desde ese sentido.
En cuanto al doom, yo trabajo con tres bandas, pero más allá de eso lo que me interesaba era trabajar con voces ilegibles e irreconocibles y corrosivas del metal argentino. Por eso, está dedicado a Willy Caballero y Larry Zavala que fueron voces sumamente necesarias. Y a partir de la voz ilegible de Juan Machado en Altar o los silencios en Culto de Anubis construían distintos ambientes o espacios temporales. Es un género que hay que ingresar dentro de una lógica, eso de que es un extracto de lo que fue la música gótica en algún momento es una estupidez. Mismo hablando con los chicos de Culto de Anubis que dicen esto está pensando en Nietzsche, esto en Schopenhauer, etc y algo había en el fondo más allá de un loop de diez minutos. Hay un montón de cosas de fondo y la no masividad no anula el circuito, más si pone en abismo la referencia.
También intervienen bandas como Knei, Ambassador que no son propias del metal o al menos del metal más puro. ¿A qué se debe esto?
Todo depende del mito de origen. Si el mito de origen es V8 uno dice bueno que bandas surgen dentro de esto. También hay que tener en cuenta muchos factores como puede ser el público es decir la recepción, circuito en cuando producción y como se mueven. Acá también entra Poseidotica y lo que hacen con los Viaje del Agua es otra cosa, no están buscando lo icónico del metal argentino. Lo que sí me parece es que hay otra tradición que viene de Riff, de Pappo’s Blues, de Pescado Rabioso, de una especie de proto metal o una historia apócrifa del metal argentino que ya está en el libro de Frank Blumetti. Para mí, en ese sentido es más metal que muchas bandas que se consideran metal,. Esto también pasó con Sauron en su momento y creo que a este tipo de bandas hay que reivindicarlas dentro del movimiento, no sacarlos. Por eso, este capítulo se llama fuga, bordes, límites porque hay una especie de de límites difusos en ese sentido con los cuales trabajar con respecto a la identidad. Ahí también entra el artículo de Noelia Adamo con respecto a las disidencias, a la identidad trans dentro del movimiento y otras identidades que tiene que ver con lo étnico, con lo clasista.
No podemos obviar que el GIIHMA tiene detractores. . .
Me parece que no hay que escapar a las mayorías, al metal que no traicionó y que hay mucho. Más allá de eso, son ocho ediciones de Feria de Libro Heavy Metal, son nueve años de existencia del GIIHMA y esos dos eventos que van de la mano fueron invitados por detractores y hasta otros se acercaron para tomar información y luego hacer su kiosko. Entonces, yo me quedo con el metalero que me putea porque es consecuente, porque no me miente, porque no me va a cagar, no está contaminado. Después si decido entrar en un dispositivo de discusión o no es otra cosa. El metal que no polariza, no es metal.
¿Cómo se proyecta el GIIHMA para 2022?
Todos los espacios tienen picos. El GIIHMA tuvo un crecimiento en el peor momento de la Argentina: el macrismo. Ahora estamos en un momento en el que es necesario el repliegue de ver lo que pasa en el metal argentino post pandemia. Entonces, este año hicimos un seminario interno con compañeros y compañeras y el año pasado hicimos las Jornadas de Debate. Algunos nos fuimos agotando con el paso del tiempo y tenemos que saber corrernos de la figura del ermitaño para poder hacer internamente un proceso y que vengan nuevos discursos a mover la estantería. Dentro del grupo y por fuera, siempre que sea noble, sincero y honesto y no digan giladas. Tratamos siempre de buscar interlocutores reales. Hay que darle espacio y lugar a lo que se ha ganado por fuerza el lugar espacio y no porque uno se lo dé. Acá el vertido te lo da el presente y cuando estás muy ensimismado con la coyuntura generalmente las cosas salen mal. Ya se estrujo ese sudor y hay que dejar que el metal argentino se mueva, ver para donde va y ver qué fenómenos se van dando. Si tenemos algo muy en claro que es que antes de caer en el conservadurismo de la academia o de conservatorios kilométricos sino en volver a salir y hacer ferias, encuentros. Y obvio, mover el libro a lo largo y ancho del país.
Cronista: Jonatan Dalinger
PH: Ambar Violeta