Eyes Set To Kill – Asbury Club (27-11-2014)

10505319_10152641309551665_8605365813380531175_nDesde el momento que anunciaron el show en Argentina estuve al tanto a ver si se cancelaba. No es de mala onda ni nada similar, pero es de público conocimiento que Eyes Set To Kill es poco y nada conocida en nuestro país y, con tantos shows cancelados últimamente de bandas con mucho más nombre por nuestras tierras, no me iba a sorprender si a último momento Eyes Set To Kill también pasaba de largo en nuestro país. Desconozco qué tan populares serán en el resto de latinoamérica, pero los shows vieron luz al final del túnel.
Ahora sí, en un primer momento la cita era en el Uniclub y se pasó a Asbury, lo que ya advertía un evento con bajas ventas. Y así fue.

Al llegar al clásico local de Flores en la puerta, haciendo fila, había unas 15 personas. Cuando ingresamos no éramos mucho más, pero a medida que los locales HELLELUYAH estaban abriendo la fecha con una muy buena performance y mucha fuerza en vivo el público fue creciendo hasta duplicarse: Osea, éramos unas 40 personas y creo que conté a un par que eran del personal del local.
Luego le tocó el turno a Leghost, banda que viene pisando fuerte en la escena alternativa con su fusión de estilos, partiendo de una base post-hardcore pero contando con influencias tan diversas como el Rap, el Nu Metal y el Pop más ganchero, por algo Ashi Zabalza (segunda voz y samples) reconoce a Justin Timberlake como una gran influencia en su arte antes de presentar una interesante reversión de su clásico del ex-N’sync “Cry me a river”. Éste sumado a su repertorio propio hicieron de su show algo muy copado de haber podido presenciar.
En un momento entró Eyes Set To Kill cargando sus propios instrumentos y fueron directo al camarín. La mayoría estaba distraída mirando el show de Leghost, pero a los pocos minutos Caleb Clifton (baterista de ESTK) se sumó al público para mirar el show soporte, se sacó fotos con sus fans y conversó con ellos un rato.

Para el momento del show principal seguíamos siendo las mismas 40 personas. El telón se abrió y ahí estaban ellas, las dos bellas hermanas que lo comenzaron todo. Anissa despliega su pelo rojo sobre el escenario junto a su frenética forma de tocar el bajo provocando una sensualidad que captará absolutamente todas las miradas. Pero en el micrófono está su hermana Alexia, cantante y guitarra de ESTK, siendo la perfecta contraparte con un look más grunge al contrario de la vestimenta metalera de la bajista.

El ahora conformado como cuarteto comenzó y finalizó la primera parte del show de la misma manera: con baladas rockeras de penas adolescentes y poesía sobre música (Alexia se dedica a escribir la mayor parte de las letras) sobre lo que es y significa ser auténtico en un mundo plagado de máscaras y falsedades. A no confundir esto con tranquilidad, el pogo violento se desató en más de una ocasión a pesar de los pocos presentes. También hubo momentos entre tema y tema en los que no se escuchaba absolutamente nada, incluso Alexia llegó a sentirse incómoda “…ante tanto silencio” que hubo en algunas ocasiones. Realmente éramos pocos.
Aunque estaban tocando para un antro casi vacío dieron lo mejor de sí mismas junto a sus compañeros de banda (el ya mencionado Caleb Clifton) y el guitarrista de gira de turno (Manny Contreras en este caso). El repertorio se vio balanceado mayormente en “Masks”, su último y recomendado trabajo de estudio, en donde ya no se hace uso de voces podridas (anteriormente la banda contaba con 2 cantantes). Esto repercute en forma negativa y positiva a la vez. Por un lado las mejores canciones de la banda, ahí donde son más efectivos, son aquellas donde sólo hay voces limpias y Alexia canta muy lindo y prolijo, con confianza y profesionalismo. El lado negativo es que con el correr de los temas su voz fue perdiendo fuerza, llegando a la última canción de la noche casi sin voz (admitiendo al público) y haciendo subir como invitado a Ashi (el anteriormente mencionado integrante de Leghost) a ayudarla en “Darling”, la única canción con voces podridas que sonaría en la noche dándole fin a un show breve, simple, sin sorpresas pero entretenido y muy satisfactorio para los fans.

Las luces se prendieron y el telón de Asbury bajó una vez más. Casi la mitad del público eran mujeres, recién ahí me di cuenta de eso. Los adolescentes con remeras de Linkin Park y System of a Down y las chicas con looks provenientes de la Bond Street, todos de la generación Youtube (de otra forma una banda como ESTK sería totalmente desconocida en Argentina), salieron contentos a pesar de la brevedad del show (que si sumamos lo bueno que estuvieron las bandas soporte el tiempo estuvo más que bien) y con ganas de más.

Un show que va a pasar desapercibido, muerto en el olvido.Una noche que a la escena general no suma nada pero que en el corazón de los pocos presentes fue, literalmente, algo íntimo y realmente inolvidable.

Galería de Fotos:

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Cobertura: Sebastian Giardino
Fotografías: Caro Staley




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