Luego de que los rosarinos Bangkok desplegaran su repertorio (me lo perdí gracias al bendito servicio de colectivos), fue el turno de los ya habitués Gunner, esta vez presentando a su flamante nuevo tecladista. A eso de las 20 horas empezaron su set con algunos problemas de sonido en particular: disparidad de volúmenes y falta de retorno para los músicos. Mientras el sonido se iba ajustando pasaron temazos como «Heart Of Fire» (de su disco All Access), «Bad Guys» (del reciente Sinners) y el ultra hit «Rockin’ In The City» (de su álbum de 2011, Desire). Demostrando una vez más el nivel musical y escénico de la banda, destacándose como siempre el violero Roxx y el cantante Javier Barilari.

Pasadas las 21 subía al escenario Arpeghy, con un sonido parejo y potente. Su enérgico estilo de hard rock se pudo disfrutar en canciones como «Humana Tentación», «Dame Una Señal» (muy hitera) y «Una Razón Para Pelear» (otra gran muestra de su calidad musical), con momentos para que se luciera cada músico y así cerrar con la buenrollista «Mi Destino Es Rock And Roll», dejando todo listo para el plato fuerte de la noche.

Las luces se apagaron y una excitante intro anunciaba la llegada de los Crazy Lixx. Uno a uno iban apareciendo los músicos y mientras la gente gritaba de emoción comenzaron la fiesta con «Whiskey Tango Foxtrot» a la que le pegaron «Hell Raising Women», dos temas más que bien recibidos por el respetable. «Rock And A Hard Place» del disco «New Religion» siguió para dar paso a el momento favorito de un servidor, «XIII» (de su disco Ruff Justice), aquella ganchera oda a Jason Voorhees, mientras el vocalista Danny Rexon evocaba con su máscara al mítico asesino slasheriano. La topgunera «Silent Thunder» arremetía para mantener a la gente al rojo vivo. Ya estábamos metídisimos y esto recién empezaba. Siguieron más hits como «Rise Above», «Sword And Stone», el coverazo de los alemanes Bonfire (¿La versión definitiva?) y «Walk The Wire». En este punto la certeza de una linda conexión con el público local era muy palpable, la gente no paraba de cantar, saltar y poguear. Los suecos se veían sumamente contentos al escuchar cada «ole, ole». Dos de los temas más esperados golpearon sin piedad («Wild Child» y «2 Shots At Glory») pero nada se comparó a la euforia que causó el himno «Blame It On Love» (momento favorito #2) y su infeccioso estribillo y coros leppardianos. «21 Till I Die» cerraba el último tramo del show y tras el instrumental de Vince Di Cola de la banda sonora de «Transformers: The Movie»(1986), sonó la intro de «Anthem For America», mientras Rexon flameaba una bandera yankee con el logo de Crazy Lixx, un acto tal vez un poco chocante debido al presente de nuestro país, pero que obviamente es parte de su show y así se lo tomaron los presentes, sin mayores inconvenientes.

El final llegó de la mano de «Never Die (Forever Wild)» dejando una gran sensación de satisfacción mientras volaban las púas y palillos. Crazy Lixx se despidió del suelo argentino habiendo cumplido con su misión, aunque sin pasarse ni medio centímetro de su libreto (tocaron exactamente el mismo set en toda la gira), pero dejándonos con ganas de más, ganas de que vuelvan y nos brinden su energía. Y a veces eso es lo mejor, como decía Twisted Sister: Quédate con hambre.

Por Boris Bargas
PH: Martes Rubí