Apenas entrados al mes de septiembre del año 2016, Asspera se presentaba, en una doble función, en el Teatro Flores. Aquella fue la última vez que vi a la banda en vivo. Luego, en una grata costumbre para ellos, se presentarían en el 2019 y en el 2023, nuevamente en doble función. Estos años sin ver a la banda sirvieron para comparar, para confirmar y para re descubrir aquellos aspectos de una banda única, en el buen sentido para unos y en el malo para otros.

El show estaba anunciado para las 21hs, sin bandas invitas, ni actos previos, cosa ya sabida en los shows de Asspera. Las afueras del Teatro mostraban movimiento desde temprano, con enorme mayoría de remeras estampadas con la banda de metal bizarro. Otra «costumbre» o «tradición» es ver pasar a Dino Garca y a Trav Zombie, fuera de personajes, saludando y sacándose alguna foto, para luego volver al Teatro con un paquete de papel higiénico, ya sabemos para qué momento de la noche.

Apenas pasada la hora anunciada, y con un recinto colmado de gente, tanto abajo como también arriba, la banda apareció con el filoso riff de «La Concha de Dio$» y el desmadre fue total. El repertorio se baso en un repaso por toda su discografía, incluyendo los temas mas recientes «Crónica de una Verga Anunciada» y «El Uroloco». En cuanto a los covers, Asspera se despachó con unos cuantos, sean medleys o temas completos o apenas una pequeña parte como por ejemplo «Don» de Miranda, «Muchachos» de La Mosca Tsé Tsé y el clásico medley «Violeta/El Hijo de Cuca/La Motito de Carlitos». Los clásicos de siempre dijeron presente a excepción de «Gambeta» que para mi sorpresa, brilló por su ausencia. El sonido estuvo muy bien, no hubo inconvenientes en ningún momento y las actuaciones varias que hay durante su presentación estuvieron milimétricamente llevadas a cabo.

Después de varios años sin verlos, pude re confirmar que Asspera es una banda para pasarla bien, para divertirse, para reírse y para escuchar a músicos talentosos hacer música pesada de gran calidad. Se nota que la banda esta muy pulida y se vio a un público entregado al disfrute, pogueando con huevo, humildad y respeto.

Por Juan Cordiviola