El lanzamiento de Maquina de agredir fue el puntapié para una noche de hard rock, heavy clásico y thrash metal la cual contó con presentaciones estelares de Interceptor, Mercurio y, obviamente, Rústica. Apenas el reloj marcó la medianoche, los muchachos de Interceptor arrancaron su set con una salvaje interpretación de “Fuego en el horizonte” y el recinto de Villa Crespo explotó por la intensidad del pogo, los cuernos en alto y las voces cantando. Así es como se empieza un show. Batalla campal desde el minuto 0. Por los restantes 40 minutos, el quinteto surgido en 2011 despachó una atronadora colección de canciones del mejor epic metal. La basé rítmica era un trueno. Las guitarras relámpagos. Y la voz daba la impresión de ser una encarnación terrestre del mismísimo dios del trueno. Además de la ya mencionada, quisiéramos remarcar las interpretaciones de “El código del guerrero”, “La cúpula del trueno” y la runninwildesca “Madera y aceite”, con la cual decidieron cerrar su presentación…O al menos eso parecía. Para la enorme sorpresa de toda la gente que estábamos en el lugar y con los oídos todavía zumbando por el poder del tema anterior, empezó a sonar ESE riff que si te gusta el metal y vivís en la Argentina seguramente escuchaste decenas – sino cientos – de veces. Es increíble como “Destrucción” puede desatar semejante caos en prácticamente cualquier contexto que suene. Pero eso no fue todo porque apenas terminó uno de los mayores himnos del metal nacional, subió al escenario Paul Divanno (Velocidad 22) para interpretar junto a la banda una rabiosa versión de “Brigadas metálicas” y a esta altura estar tan cerca del pogo puede considerarse un deporte extremo. Afortunadamente, nuestro cronista salió ileso. Comenzar la velada con semejante despliegue dejó la vara muy alta para las agrupaciones siguientes. ¿Lograron estar a la altura? Sigan leyendo y sabrán la respuesta.
Con su sonido marca registrada que combina riffs furiosos con estribillos pegadizos, los muchachos de Mercurio iniciaron su espectáculo con “Volumen aumentado”, una canción que define a la perfección la iniciativa en vivo de la banda. Como reza la fantástica película “Spinal tap”, el volumen subido hasta 11. Bajo esta premisa, pasaron enajenadas versiones de “Traidores de la noche”, “Instinto callejero” y “Hachas de libertad”. Pero como la banda anterior había tocado covers, ellos no se quisieron quedar atrás e hicieron versiones grandiosas de “Rebel Yell” y “Susy Cadillac”, las cuales encajan perfectamente con el estilo de la banda. Cada presentación que dan, hace que suenen cada vez más ajustados. Se dice que la práctica hace al maestro. Mercurio está cada vez más cerca de recibir su diploma de rock.
Después de una pequeña pausa para estirar los músculos, rehidratarse con alguna espirituosa e incluso cerrar los ojos por unos instantes para tener la barra de energía llena, nos dispusimos a disfrutar del evento principal de la tertulia. Todos los años de esfuerzo. Todas las rutas recorridas estaban por rendir sus primeros frutos. Rústica tomó las tablas para finalmente presentar en sociedad a su primer bebé, que salió del embrión dando gritos irascibles. Con una propuesta que se podría definir como thrash heavy este cuarteto abrió la tranquera para dejar que sus composiciones avasallen a la gente como toros en Pamplona. “Maquina de agredir” es una carta de presentación impactante, “Piel de Judas” un grandioso homenaje a la emblemática banda inglesa que nos dio tantas alegrías y “Wagner” suena tan grandilocuente e impactante como las obras del compositor alemán. En cuanto a la parte lírica, son un grupo que mantiene la tradición argentina de la denuncia social. El cierre con “Lamebotas” muestra la cara más contestataria de esta agrupación. El país vive momentos cada vez más turbulentos. Es muy necesario tener alguna manera pacífica para expulsar nuestra bronca. Por suerte existe esta música. Por suerte existen estas letras. Gracias Rústica.
De un momento a otro, volvimos a la realidad. Había llegado el momento de enfrentar la fría realidad. Pero gracias a noches como la vivimos, podemos hacerlo con la frente un poco más en alto.
Por Alejandro Williams
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