PARA AQUELLOS QUE ESTÁN EN EL PROG, LOS SALUDAMOS. Circus Maximus, Delta y Blacktorch – Uniclub (15/09/2024)
No hubo circo más grande en la Antigua Roma que el Circo Máximo. Allí las masas se reunían para presenciar algunas de las propuestas más excitantes del momento. En sus inmediaciones se daban lugar carreras de carros, competencias de atletismo y peleas de gladiadores, a la vez que tenían lugar obras de teatro, recitales y eventos religiosos. El Circo Máximo era un punto de encuentro y entretenimiento para el pueblo hambriento de todo tipo de emociones. 2000 años después una banda de metal progresivo, oriunda de Oslo, Noruega, toma prestado este concepto para pintar paisajes sonoros únicos ¿Estarán a la altura de un exigente pueblo como el argentino? Las respuestas serían dadas un domingo primaveral en el ya clásico Uniclub.

El primer plato de la noche lo sirvieron los locales Blacktorch. Formados en 2016, la banda liderada por el guitarrista Juan Polastri, desplegó todo su arsenal musical, yendo del virtuosismo a lo técnico y de vuelta sin despeinarse. Presentaron algunas de las canciones que forman Gravitational Collapse, EP lanzado en 2018, haciendo gala de un amplio espectro, yendo del djent al prog más clásico, todo enmarcado en un enfoque netamente instrumental, que a más de un escéptico logró capturar.

Tras una notable demora, los chilenos Delta, pisaron las tablas con gran aceptación del público presente. Más allá de algunos desperfectos técnicos, la voz de Paula Loza logró brillar, tanto en los momentos más aguerridos como los más melódicos (Amy Lee de Evanescence se viene a la cabeza como referencia). A pesar de un escueto setlist, los chilenos dejaron con ganas a más de uno.

De la mano de la intro «Forging», lentamente se iban apersonando los noruegos en el escenario del local del Abasto, desembocando en una exquisita versión de «Architect of Fortune», que marcó el clima del recital de aquí hacia el final: furor, pasión y total entrega. Las bellas melodías del mencionado tema dieron paso a la más agresiva «Sin», directo de su álbum debut, «The 1st Chapter», de 2005. Ante la unánime jovial respuesta del respetable, el frontman Michael Eriksen sonreía y filmaba a sus fans mientras coreaban, una constante a lo largo del show. «Havoc» subió la apuesta mientras que la bellísima «A Darkened Mind» dejó bien en claro lo que se sospechaba desde el primer acorde: nunca antes, jamás de los jamases, una banda había sonado tan bien en el recinto porteño. Mientras las guitarras de Matts Haugen deslumbraban en cada solo y punteo, el bajo de Glenn Møllen no paraba de golpear con fuerza y clase, dejando todo listo para que las teclas de Lasse Finbråten y los parches de Truls Haugen resuenen en cada rincón y cada corazón. Realmente daba gusto ver una banda sonando tan compacta, ajustada y contenta de dar lo que vino a dar. La historia se siguió escribiendo con temazos como «Abyss», «Namaste», «Wither» y «The One» (imborrable estribillo), mientras el ida y vuelta entre las partes era cada vez más potente. «I Am» marcó un punto altísimo en la noche, con sus melodías coreadas hasta el final, dejando completamente boquiabierto al cada vez más feliz Eriksen. Como si fuera poco, la sensación se repitió en la buenrollista «Arrival of Love» y la gran «Chivalry», donde nuevamente se notó el excelso nivel interpretativo de la banda, con los coros y juegos vocales de cada uno de sus integrantes y un ataque certero al cuore. «Game of Life» arremetió marcando nuevamente la predominancia del álbum «Nine»(2012), dejando la temperatura ideal para que su otra gran placa, «Isolate»(2007), sea una vez más bien representada en una muy sentida versión de «Ultimate Sacrifice», cerrando el show definitivamente pero dejando más que satisfechos a propios y extraños.

Un show histórico había terminado, el circo cerraba sus puertas, pero lo vivido, aunque efímero, permanecerá en la memoria de todos los que estuvimos ahí para presenciarlo. Da gusto sentir la potencia de composiciones que, más allá de intrincadas, generan un impacto en la gente. Da gusto ver una banda mostrando lo que saben hacer con perfecta calidad pero sin olvidarse de que sin un público que les regale su energía, no estaría completo. Circus Maximus entregó todo, lo que menos puede hacer el pueblo es celebrarlos. Al Cesar lo que es del Cesar, a Circus Maximus, la gloria eterna. ¿Es redundante pedir que se repita?

Por Boris Bargas
PH: Mastermind (gentileza)



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