MUERE MONSTRUO MUERE – Michale Graves – El Teatrito (17/10/2024)
Monstruo: del latín, monstrum.
1. Ser que representa anomalías o desviaciones notables respecto a su especie.
2. Ser fantástico que causa espanto.
Sin.: bestia, engendro, esperpento, quimera, endriago.
3. Cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea.

Una combinación de estas tres definiciones describen a Michale Graves, aquel hijo pródigo de la familia Misfits, la institución americana, fuente inagotable de horror, punk y estética visual. Habiendo sido parte de la monstruosa reencarnación de la banda a mediados de los años noventa, la historia fue un poco cruel con Michael Emanuel, tal su nombre de nacimiento. Con el repudio de los más fans más acérrimos de los oriundos de New Jersey / New York, tuvo que ganarse su lugar a fuerza de canciones, huevos y templanza. Haberle devuelto la vida a un fandom casi huérfano no evitó el ninguneo del siempre cuestionable Jerry Only, que lo dejó tirado en más de una ocasión hasta cansarlo, ocasionando el alejamiento definitivo de Graves, buscando un poco de justicia a su labor como músico e intérprete a lo largo de los años venideros. Este camino lo trajo varias veces a las costas argentinas (incluso junto a Marky Ramone), contando siempre con un cálido recibimiento de los fans locales. Inversamente, en su país, Graves no está teniendo sus mejores años, debido a sus comentarios conservadores y su relación con el movimiento ultraderechista de los Proud Boys (participaron del asalto al Capitolio en 2021), ocasionando el repudio de gran parte de la escena con una saña particular que llama la atención. No olvidemos que la mayoría de los músicos americanos son de mínima conservadores y muchos incluso de extrema derecha (teléfono para Phil Anselmo) y muy pocos reciben la clase de trato que sufre Graves de unos años a esta parte. Con este marco Graves dio una vez más un concierto en Buenos Aires, con El Teatrito colmado de gente dispuesta a cantar con él y recorrer la historia de la banda que le dió todo.

Apenas pasadas las 21 se apagaron las luces y sonaron los primeros acordes de la intro «Abominable Dr. Phibes», dando lugar luego a «American Psycho» para comenzar oficialmente el show recorriendo el álbum homónimo. Ahí nomás la banda le pegó «Speak of the Devil», «Walk Among Us» y «From Hell They Came» a la vez que el pogo y los «ooh-oh!» se hacían moneda corriente entre las referencias a olvidadas películas de monstruos. Mientras la temperatura iba en ascenso Graves presenta el siguiente clásico recordando cómo fue componerlo a sus tiernos 16 años: «Dig Up Her Bones» se adueñó de la emoción del respetable con su inolvidable estribillo, marcando uno de los puntos más altos del show. «Crimson Ghost» sumó más violencia, cerrando el primer bloque del set.

Con la gente sumamente enchufada, la primera sorpresa de la noche se materializó en «Last Caress», previamente presentada por Graves, agradeciendo al mismísimo Glenn Danzig. Una frenética interpretación de «Mommy, Can I Go Out And Kill Tonight?» completó el doblete, dejando todo listo para que «Shining» y su coro inspirado en Poltergeist (1982) nos devuelvan a la era noventosa de la banda. «Forbidden Zone» y «Lost In Space», dos favoritas personales, fueron dos bombazos, de lo más coreado de la noche, evocando las aventuras de Charlton Heston y Guy Williams, respectivamente. Siguiendo el tracklist del álbum Famous Monsters (1999), continuaron temazos de la talla de «Dust To Dust» y «Witch Hunt» que dejo respirar a Graves y aprovechó sutilmente anticipar «Scream», esperadísimo clásico. Párrafo aparte para lo vivenciado en esta canción, si bien es duro mantener una performance pareja, más lo es mantener a la gente enganchada y con ganas de más, tras más de 10 números seguidos. Subiendo la apuesta, «Scream», seguido por una divertida mini versión a capella de «Roadhouse Blues»(The Doors), se consagró como otro momento para rememorar de la velada.

Tomándose unos minutos para hablar de lo áspera que puede ser la industria musical (y del entretenimiento), Graves dedicó la siguiente composición a la memoria del recientemente difunto Liam Payne, ex-One Direction, demostrando una más que correcta empatía y sin dejar de advertir sobre la depresión y los excesos. Mandando un saludo al cantante británico «Saturday Night» resonó en nuestros corazones robándose las voces del sector femenino en particular. Tras el breve «descansito» del agite, «Pumpkin Head» (un saludo para Lance Henriksen) y «Die Monster Die» (Un saludo para Boris Karloff) se unieron para pisar el acelerador una vez más. Acercándose a la valla, Graves se irguió entre sus fans para entonar la letra de esa gema absoluta que es «Descending Angel», conformando otro momento para recordar hasta la tumba, el favorito de un servidor. «Fiend Club», «Hunting Humans» y una asesina versión de «We Are 138» cerraron esta segunda porción de la noche, dejando a la gente sumamente encendida mientras los músicos se retiraban del escenario.

El bis tuvo como primer sección un efervescente tridente conformado por «Halloween», «Horror Business» y «Hybrid Moments», emocionando al público mientras el mosh no cesaba. Recordando una vez más sus raíces, Graves entona los primeros versos del hit ramonero «Pet Sematary» para frenarse a los pocos segundos, tratando de garantizar la integridad física de los presentes. «Blitzkrieg Bop» le siguió con ese grito inmortal que resonó en el local capitalino para volver a dejar el escenario en penumbras. Una vez más Graves y los suyos pisaron las tablas para una potente versión de «Helena», socarronamente dedicada a las damas del público. Cuando todo parecía terminado una sorpresiva gema se cristalizó: «War Pigs» de Black Sabbath en una más que correcta performance, constituyendo otro momento para disfrutar a morir y cerrando definitivamente la noche con stage diving del batero incluído.

Entre el viento de la noche porteña y la ropa mojada por la transpiración, resonaban las palabras de sincero agradecimiento que expresaba Graves. Se lo notó una persona que más allá de dar todo en el escenario, se preocupa por la imagen que da y lo que lo afecta lo que viene pasando con su país en particular: «No crean todo lo que ven en internet, no soy el monstruo que dicen, soy un monstruo, pero no de ese tipo», declaraba mientras el aliento del público lo hacía emocionar. Más allá de las posturas políticas y demás, está claro que lo importante fue y es la música, Michale Graves nos dió lo que fuimos a buscar y en cierto modo es reconfortante pensar que nosotros como público fuimos parte de esa especie de exorcismo que él está transitando. Como el Conde Orlok, como Godzilla o como el monstruo de Frankenstein, Graves también cumple con la definición de ser un monstruo un tanto trágico. Al menos por lo que a un servidor respecta, cada vez que deambule por estos lares estaremos ahí para compartir la música.

Por Boris Bargas
PH: Martes Rubí

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