En el recordado documental Metal Evolution, Martin Eric Ain, histórico bajista de Hellhammer y Celtic Frost, comentaba las influencias a las que se vieron permeables al expandir el sonido de Celtic Frost. «Queríamos ser extremos no sólo en las letras y en la imagen, sino también en la inspiración musical y estilos que incorporábamos. Nos gustaba Joy Division, Siouxie & The Banshees, The Cure, Sisters of Mercy, Christian Death, Roxy Music….» Rematando con una frase clave: «Hay muchos mas tonos de oscuridad que el negro»
Es quizás por esta afinidad que siempre el tuvo el heavy metal con las diversas formas de música oscura, que Icarus Music (principal productora de shows de heavy metal en Argentina) haya decidido traer a dos referentes del gothic rock y el post punk.
Un jueves inestable y caluroso, sumado a la vorágine semanal, hacían que la ciudad de Buenos Aires sea lo mas parecido al purgatorio. Groove abrió sus puertas y los locales Inazulina supieron dar una cálida bienvenida al público que lentamente tomaba lugar en el recinto. Los años pasan e Inazulina sigue siendo el principal exponente nacional del gótico, con un show que propone no sólo desde lo musical sino también desde lo visual. Dejando una buena impresión ante un público ajeno, Inazulina dejó las tablas envueltos en aplausos.
Christian Death salió al escenario para impartir justicia, repasar el legado dejado por Rozz Williams, sin descuidar el presente. Haciendo gran hincapié en Evil Becomes Rule (2022), y con un sonido que pudo haber sido mejor (no hubo mucha diferencia en comparación a Inazulina), la banda se enfrentó a un público quizás ajeno a su propuesta o a su actualidad. Conscientes de ellos, la banda dejó el viejo material para lo último, con «Romeo’s Distress» como punta de lanza, y abordando demás joyas en forma de medley. La gran «Church Of No Return» puso punto final, dejando todo listo para el plato principal.
El público continuaba ingresando lentamente y en el ambiente se palpaba ese carácter especial. Ciertamente no era un show mas. The Mission arribó al escenario con los tapones de punta, sin guardarse nada. Wayne Hussey tiró unas notas al aire y luego arrancó «Wasteland» para desatar un estado de euforia total. Sin interrupciones «Beyond The Pale» continuó la fiesta y el delirio de los presentes. En sólo 2 canciones la banda ya tenía el partido ganado.
Hablar poco y tocar mucho parece ser clave en la banda. Los actos demagógicos quedan para otras bandas, The Mission habla a través de sus canciones, sus discos, su historia. El público canta, baila, salta, se emociona; todo en una misma canción y con total naturalidad. «Garden of Delight», «Stay With Me», «Deliverance», tremendas bombas que hacían explotar de alegría al público.
Llegando al final, una emotiva «Love Me To Death» con Wayne solo con su guitarra le daba paso a ese hitazo llamado «Butterfly On a Wheel» (un favorito personal), mientras que «Severina» y Swan Song» mandaba a la banda a boxes a reponer energías para dar la última estocada.
Y ya para el final, «Never Let Me Down» de Depeche Mode le da paso a la última de la noche: «Tower of Strenght» pone punto final a un show que promedió las 2 horas, que paseó por todas las emociones y que quizás, en una de esas, le salvó la vida a mas de uno.
Por Martin Tula
PH: Gentileza Icarus Music (Martin DarkSoul)