
Las intenciones de una banda siempre son evidentes. Se nota cuando a un grupo le importa algo. En el caso de Leprous, es obvio que, en los últimos años, han tratado de establecer una conexión profunda con Sudamérica.
El show del 16 de marzo en el Teatro Flores marca la tercera visita de la banda en seis años, debutando en el 2019 en El Teatrito y repitiendo sala en el 2023. En el medio, su cantante, Einar Solberg, realizó un show en solitario en el 2024. Teniendo en cuenta el momento importante que está atravesando el grupo, con repercusión mundial, es destacable su compromiso.
Como dijimos, la cita está vez se da en el Teatro Flores, realizando una apuesta en cuanto a convocatoria. La noche fue amenizada por los locales Fughu, que realmente dieron un show memorable, no solo por musicalidad, sino por performance y entrega, algo que no suele abundar a la hora de ver algún acto soporte.
A las 21:00hs salió la banda noruega, sin mucha parafernalia y casi tímidamente para empezar con “Silently Walking Alone”, igual que su más reciente disco; Melodies of Atonement (2024). Si bien la última visita de los músicos había sido apenas un año y medio atrás, afortunadamente esta vez traían este nuevo material bajo el brazo. Una obra más climática, experimental, de tintes electrónicos como demuestra la canción “Like a Sunken Ship”, pero que se potencia en vivo. Como siempre, Solberg da una performance impecable, aunque a veces da la sensación de que las canciones son la excusa para sus piruetas vocales.
Por suerte, la banda sabe cortar con la solemnidad de la música, sea cuando Solberg interactúa con la gente en castellano, o cuando los músicos van rotando los instrumentos según la necesidad. Mención especial para el baterista Baard Kolstad, no solo por su habilidad técnica, sino también por ejercer función de frontman cuando la ocasión lo requiere, sacándole un poco de peso a su cantante.
Otro acierto es el balance de la lista. Los últimos discos de Leprous tienden hacia algo más accesible y cancionero (Siempre hablando del metal progresivo, claro) por lo que en esta oportunidad las canciones más viejas y agresivas, como “Passing” ayudan a que ambas caras de la banda se destaquen mejor. Y también muestran otra faceta de su cantante, que es cuando pudre su voz, cosa que es cada vez más raro escuchar en sus discos. Una pena porque lo hace realmente bien.
El resto del show se basa en un repaso parejo por sus últimos diez años, que, en definitiva, es la década que ha hecho que Leprous se destaque por sobre otros grupos. Quizás el momento de la noche se da en “Faceless”, canción que en estudio cuenta con un coro de fans de la banda de todo el mundo. La banda decide replicar esto invitando a una docena de fans, en su mayoría mujeres, en lo que resulta un gesto simpático.
El final es con el doblete épico de “Atonement” y “The Sky is Red”, culminando un show de dos horas de duración. Leprous está en un buen momento y eso se refleja en las tablas. Los músicos disfrutan de su solidez, tanto en vivo como en estudio. El show hace las delicias de los fans, pero quizás se torne un tanto largo para alguien más casual. Quizás en un futuro la banda se despache con algo más directo y logre hacer el crossover hacia un público más amplio, mientras tanto, bien vale la pena seguir el camino de Leprous de cerca.
Por Facundo Llano
PH: Holy Smoke
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