
The Amity Affliction, la banda australiana de post hardcore / metalcore, se presentó por segunda vez en nuestro país el jueves 3 de abril, en Uniclub. Después de unos largos ocho años, volvieron y colmaron al máximo las expectativas. Los locales ELNUEVEONCE fueron los encargados de dar comienzo a la noche.
Es imposible no hacer mención a los recientes sucesos relacionados a los integrantes de The Amity Affliction y lo que generaron en la previa a su gira y visita a nuestro país. Que un miembro como Ahren Stringer, siendo figura de la banda, sea apartado por sus problemas personales, fue un gran golpe e inundó de incertidumbre a propios y ajenos. Por suerte, y desde mi posición de no seguidor de la banda, no opaco la noche su ausencia.
Uniclub presentaba un clima de mucha algarabía y con una gran concurrencia desde la previa al acto apertura. Un público en su gran mayoría joven, con muchas gorras y una vestimenta característica que despertaba nostalgia para con los años dorados de MTV y de bandas como Blink 182 o Good Charlotte, daban color al evento que se venía a presenciar. Con la novedad de la máquina de humo en el escenario (y no como suele estar en el recinto del Abasto, subiendo las escaleras en la zona de sonido e iluminación) el ambiente se tornaba cinematográfico. ELNUEVEONCE arremetía con toda su energía y con un Nazareno Antolini como figura total del equipo. La banda se encuentra en su mejor momento, con un disco muy fresco y nuevo, homónimo, y con la presentación inminente del mismo a fin de mes. A su vez, participarán por un lugar en la próxima edición del Wacken Open Air. Con muchísima gente cantando las letras, Naza descendió del escenario para permanecer entre la gente durante casi la totalidad del show. Se lo vio agitar con el público, cantar con ellos, abrazarse y de nuevo agitar. Realmente se llevó todo el show, sin menospreciar al resto de la banda, que lo siguió y lo segundeó siempre que, desde el círculo, el cantante lo preciso. Temas del primer disco y del segundo, dejaron la temperatura en su punto ideal para los oceánicos.
Si las entradas estuvieron agotadas no lo se, pero había poco lugar para moverse. Una vez que las luces se apagaron, y sin mucho preámbulo ni suspenso, el telón se corrió, la banda apareció y Joel Birch, último en salir a escena, arremetió con la primera frase de «Pittsburgh» que no terminó de pronunciarla que ya el público la estaba cantando con él, cosa que evidentemente lo fascinó. El delire se podía sentir, la emoción en sus seguidores también. Es que The Amity Affliction es justamente eso, el balance perfecto entre agresividad y emoción, que se expresa tanto en su música, como en sus líricas. Pegada y casi sin interacción con el público, «Drag the Lake» y toda su impronta épica y popera seguían elevando la temperatura. El sonido fue demoledor, con una claridad y un volumen en igual proporción. La pegada de la batería, a cargo de Joe Longobardi, fue excelsa durante toda la noche. Si bien el último disco de la banda es Not Without My Ghosts del año 2023, la banda vino a hacer un repaso de su carrera, con especial énfasis, en sus trabajos más populares y exitosos, como por ejemplo Let the Ocean Take Me con temas como «Death´s Hand» o «Give it All» entre otros.
Con el correr de la noche, tanto banda como público se fueron soltando mas y desplegando mas emoción y energía. Los australianos por su parte, se animaron a decir algunas palabras en castellano, pocas y concisas, pero efectivas. De la misma manera, aunque ya en su idioma natal, no dejaron oportunidad de agradecer a los presentes. La gente por su parte, armo rondas en todo momento, gritó a mas no poder, y de a poco el número de personas en subirse al escenario fue aumentando. Birch respondió con la mejor de las ondas, mostrándose muy atento y ayudando a cada uno que desembarcaba a sus pies, siempre con una sonrisa y lejos de molestarse.
Hacia el final de la noche, los músicos abandonaron el escenario, para luego volver y despedirse definitivamente con uno de los clásicos de la banda, «Soak Me In Bleach». Altamente festejada, y con los altibajos de la canción en cuanto a los climas que maneja, el cierre fue perfecto.
The Amity Affliction desplegó todo su poder, toda su agresividad y sobre todo, todo su sentimiento y emoción. El público, sobre todo aquellos que esperaron muchos años con este encuentro, se fue con una sonrisa y con la certeza de haber presenciado un gran espectáculo.
Por Juan Cordiviola
PH: Producción