
Si alguien me pregunta de que se trató esta edición del festival curado por los Poseidótica, mi respuesta seria ‘trance’. Cada quien a su manera. Pero todas las bandas que participaron del evento nos hicieron viajar sin necesidad de ninguna sustancia ilícita. Comencemos.
Poco antes de las 18:30 horas LMDG en formato duo – Guitarra/voz y batería con este último encargándose también de los elementos electrónicos – subió al escenario para comenzar la travesía. Sónicamente, son bastante difíciles de definir con términos clásicos. Así que les puedo decir que serían la banda de sonido perfecta para una película Clase B en la que su protagonista tiene que reestablecer el orden en un futuro que se fue todo al pingo.
Base rítmica de sonido Madchester. Guitarras oníricas. Voz hipnótica. Va más o menos por ahí. Temas como «Sé que es extraño amanecer en la frontera» o «Seres extraños» hacen mover el cuerpo mientras tu mente vuela dejando que la imaginación tome el control. Haber presenciado este set a medida que el sol se iba yendo, fue un regalo maravilloso de la Pachamama.
La buena música no tiene tiempo ni lugar. Pero recomiendo que escuchen esta banda al atardecer observando como el cielo va cambiando de color, con una bebida en mano. Preferiblemente una espirituosa popular en Córdoba. Pero lo dejo a su criterio. Eso sí. Siempre con moderación. El próximo encuentro con este exitosísimo experimento es el 9 de mayo en Ciudad de gatos (17 y 71. La Plata). Si estás cerca, no lo dudes. Te van a volar la cabeza.
A continuación, fue el turno de Ayermaniana. Uno de esos conjuntos que le podés mostrar a cualquier persona que te dice frases absurdas como «ya no hay música buena», o alguna variedad de esa incoherencia. Oriundos de Caballito, este quinteto fusiona jazz rock y rock progresivo con sonido netamente argentino. Toman influencias de los 70s, agregándole su dosis de modernidad.
«El color» está construida en base a un inquietante crescendo que aumenta su intensidad, hasta estallar en un final a todo trapo. «No quedan días para gastar» tiene un ritmo casi funky con un solo de guitarra cósmico. Y «Un arbol, un rayo» suena a Pescado Rabioso de mal humor. Cada composición tiene un elemento diferente sin alejarse demasiado de la idea base. Como las ramas de un árbol que tienen camino propio, pero todas nacen de las mismas raíces. Su cuarto long play («No quedan días para gastar», editado hace apenas 4 días.) tendrá su presentación oficial el 17 de abril en Lucille. Si querés ver a una de las mejores bandas nacionales de la actualidad, no te lo pierdas.
Tras una breve pausa, se apoderaron del escenario las Piba. Y no estamos usando esa palabra como un verbo aleatorio. Desde su primer power chord, estas mujeres nos brindaron una efervescente colección de melodías con influencias de grunge, punk, garage y algunos guiños al surf. Pero con distorsión. Como si Cobain hubiese grabado «Wipeout». Algunos de los puntos más brillantes de su actuación fueron «Esquizofrenia», la desgarradora «2020» y «Nunca fui muy buena» con una excelsa Lucy Patané como invitada. Un condimento especial que tuvo esta presentación es que fue la última con Estefanía Rey Quintana a cargo del bajo. Desde nuestra redacción, le deseamos lo mejor y esperamos verla nuevamente sobre las tablas muy pronto.
De a poco se aproximaba el final de nuestra travesía por los mares de la psicodelia. Pero aún quedaba una ola para surfear. La ola madre de esta aventura. Como si fueran brujos llevando a cabo un ritual, Poseidótica nos llevo a un estado alterado de conciencia en el que cada canción era un mantra con su propia sensación. «La distancia» es pacífica, «En lo profundo» vigorizante y «Sur realista» equilibra ambos estados. Esa es otra de sus armas no tan secretas. Su habilidad de cambiar de intensidad con desenvoltura, como 2 corrientes marítimas que se encuentran para amalgamarse.
Como si el viaje no fuese lo suficientemente singular, Boom Boom Kid subió para aportarle su impronta tan única a 3 canciones y Marina Fagés hizo lo propio en una versión rabiosa de «Call me», clásico de Blondie. También estuvieron Matías Romero y su violín mágico en tres temas. Pero, a esta altura, se puede decir que es ‘el 5to Posei’.
Los acordes finales de «Aeronauta» dieron por finalizada otra edición del festival. Cuando nuestra mente volvió al cuerpo, pareció que el frío nos llegaba hasta la médula, pero no importaba. La felicidad era plena. Ojalá podamos sumergirnos nuevamente muy pronto.
Por Alejandro Williams
PH: Ce Principe
Galería Completa