
Hace un par de años atrás, llegue a un poema de Kay Ryan gracias a Ianina Antonetti. Se trató de un artículo en el que ella analizaba Las cosas no deberían ser tan duras. El poema en cuestión tiene que ver con la muerte a pesar de no ser explícito. Recuerdo que llegué porque estaba atravesando un duelo. A uno de mis mejores amigos lo habían matado y lidiaba con las injusticias, con el destino, con la muerte joven y el desasosiego.
Una vida debería dejar huellas profundas:
Así comienza el poema en verso libre y quizás eso es lo que lo haga más atractivo. El concierto de Claudio Tano Marciello , y la comitiva que lo acompaña en CTM, en conmemoración a Almafuerte el pasado viernes fue un ejemplo de la huella que dejó Ricardo Iorio en el colectivo metalero, y principalmente, en el italiano mismo. Las canciones de Almafuerte volvieron a sonar una vez más en el mítico Estadio Obras y que sabe uno si será la última vez o la primera de shows esporádicos. Lo cierto es que ante cerca de seis mil almas, tempranamente versiones caseras y acústicas del cancionero popular de Ricardo fueron sonando en pantalla gigante.
Apenas pasadas las nueve de la noche, “Buitres” del debut Mundo Guanaco (1995), que dicho sea de paso está cumpliendo 30 años, comenzó una seguidilla de 40 canciones en casi tres horas. Alternando entre épocas, riffs y melodías, entre denuncias sociales y corazones sensibleros, “Lucero del alba”, “Pensando en llegar”, “Por nacer” y “Aguante Bonavena”, con la pelea de de Muhammad Ali VS Ringo Bonavena de fondo, prometía ser un repaso completo.
Para quien haya asistido al concierto en Malvinas Argentinas, o a alguno de las primeros shows por las regiones, sabe que la emoción se vive a flor de piel. Seguramente, así haya sido en cada concierto de Almafuerte a lo largo de su historia así como en cada presentación de Ricardo en vivo y en directo, pero esta vez es particular. El show es similar en cuanto a la selección de canciones, pero que antes del inició haya sonado “Black Sabbath” y pensar esas cruces plateadas en honor a Ozzy y Iorio, ya presentaba un clima más que emotivo.
El paso de una vida debería notarse; debería causar una erosión. Y cuando esa vida se interrumpe, algún lugar, aunque sea pequeño, debería quedar marcado por ese pasaje grandioso y dañino.
Intuitivamente, a medida que iban pasando las canciones la ansiedad me decía cual venía. En algunas acertaba y en otras no. Para cuando sonó “Deber saberlo”, no estaba preparado y aunque sea una letra simple, deja explícito que si no hay amor, nunca habrá sueños; que ese cantor que tanto dijo entendía que aunque ya no tuviese nada más por decir, seguía hablando, seguía predicando, seguía siendo ejemplo de que era uno más con uno. Cuando el Tano salió con la electroacústica, significó que se venía un momento especial. El primero llegó con “Sopla el pampero” que le dio pie a “Zamba de resurrección”, el primer karaoke de la noche que continuó con un video especial de “Ruta 76” en la que el Marciello reversiona acústicamente y termina en un monumento homenaje al padre del metal nacional manifestando en que el el proyecto fue presentado por el diputado Facundo Tignanelli del bloque Unión por la Patria. que propone nombrar la Ruta Provincial N° 76 como Ricardo Horacio Iorio debe ser una realidad efectiva en el corto mediano plazo. Pero como no hay dos sin tres, las sorpresas y las emociones crecieron con una versión más que especial de “Mi credo” con orquesta mediante invitó al público a seguir cantando. Mientras los violines funcionaron como un colchón antes una de las letras más emotivas de Ricardo, el Tano soleo suavemente asintiendo a la melodía para marcar el paso. A esto, se le sumó un coro que luego se potenciaría con “Trillando la fina”, quizás un recurso impensado para un repertorio de Almafuerte.
Una vez más, el sentir heroico en relación a veteranos por la Guerra de Malvinas con un vídeo de ataques aéreos por parte del Ejército Argentino y luego en pos de enaltecer aún más el sentimiento patriótico “Homenaje” en recuerdo a Augusto Romero y “Ceibo”, el instrumental dedicado a la flor nacional. Pero, indiscutiblemente, una de las perlas de la noche es haber contado con la elección de hacer sonar en vivo “Libre de temor.” Leandro Radaelli (Bajo y voz), Giuliano Noe (guitarra) y Melina Marciello (Batería) completan CTM y cada músico desde su lugar, tributó.
Las cosas no deberían ser tan duras:
Es indiscutible negar todo lo que representa Iorio para el metal pesado argentino. Para mi, particularmente, más allá de la música, fue como un padre. Un padre en sentido de un mentor, de una figura a seguir por más que no haya compartido en su totalidad su obra, ni su visión, ni su persona ni por menos su personaje. Parafraseando, una vez más, mucha riqueza adquirí al conocerle, porque así llegue al I Ching como así también entendí quien fue Juan Domingo Perón. Y ahora, en este texto me pregunto cómo no cantarle a la honra de un jinete exponente vivo de la tradición. Sin embargo, somos un todo y en ese todo nos aferramos, en el contrato que uno tiene consigo mismo y no esta dispuesto a romper. «Toro y pampa», sonó y no pude contener nuevamente las lagrimas al pensar en abrazo fraternal de un amigo leal a uno, a ese arquetipo leal y gamba que finalmente se materializa en «A vos amigo» en donde el Tano, emocionado, en llanto y agradecido, se lo dedica al perro cristiano. Y cada uno, entre llantos, abrazos y sonrisas, a los amigos con los que compartían el pogo, y otros, a quienes tenemos amigos en el más allá, esperandonos.
Por Jonatan Dalinger
PH: Luliloop (Cortesía Metal Press)



