Pese a la ausencia de dos grupos internacionales, Atrophy y Artillery por problemas ajenos a la producción local, el festival no sólo sostuvo la fecha sino que la potenció con un cierre extendido de Ambush y un ingreso adicional para quienes compraron en preventa. La noche superó expectativas y reafirmó la solidez del metal con la participación de Mercurio, Frantic, Metaluria, Velocidad 22 y Hëiligen.

Desde su primera edición, Heretic Steel se consolidó como uno de los encuentros más representativos del circuito independiente, uniendo propuestas del heavy, speed y thrash bajo una identidad autogestiva centrada en la experiencia en vivo. Ese espíritu se vio también en la jornada, dominada por los atuendos negros, las tachas y los chalecos de cuero cargados de parches.

La última imagen fue la de Ambush cargando el peso de la noche. A las 21.20 salieron a escena y disiparon cualquier idea de ausencia previa. Con Oskar Jacobsson en voz, Olof Engkvist y Karl Dotzek en guitarras, Ludwig Sjöholm en bajo y Linus Fritzson en batería, desplegaron un sonido firme y una entrega marcada por riffs precisos, melodías trabajadas y guiños a Judas Priest y Running Wild, combinados con la velocidad del speed metal. Hubo impacto desde el arranque con «Firestorm», un despegue definitivo con «Evil in All Dimensions» y un pico de energía con «Bending the Steel». El cierre con «Don’t Shoot» fortaleció el vínculo con un público que se mantuvo conectado en cada canción.

Además del carisma, Ambush aprovechó cada rincón del escenario y coordinaron movimientos casi coreográficos, interactuaron con la gente y agitaron sus melenas rubias como parte natural del show. Todo transmitía disfrute y entrega real.

Hëiligen fue otro de los puntos altos. Con Renzo Palomino en voz, Hugo Álvarez en bajo, Jonathan Marín en batería y Hugo Sánchez en guitarra, ofrecieron un set directo construido sobre speed y heavy old school. Los chilenos empujaron al público hacia adelante como si el festival recién empezara y generaron uno de los momentos más intensos con la versión de «Beast in the Night» de Randy. También regalaron remeras, gesto que sumó cercanía.

La escena local tampoco se quedó atrás. Velocidad 22 provocó el primer gran desborde cuando el público pasó del vistazo inicial al pogo formando un círculo en el centro de la sala. La banda, activa desde 2006, tuvo cada tema coreado y contó con Paul Divano como un frontman que conoce perfectamente a su audiencia.

Metaluria aportó la rudeza del conurbano con un show compacto que empujó el clima hacia un territorio plenamente metálico. Nacidos en San Fernando, exhibieron un sonido crudo y guitarras filosas de escuela ochentosa, más cercano al metal de garage que a la prolijidad técnica.

Frantic, a las seis de la tarde, elevó la intensidad con thrash directo y velocidad marcada, mientras que el inicio había quedado en manos de Mercurio, que abrió con heavy tradicional y una solidez instrumental que fijó la energía desde el primer minuto.

Con horarios precisos, una selección efectiva y un público presente de principio a fin, Heretic Steel mostró que el metal no depende de la cantidad de nombres sino de la convicción con la que se sostiene una propuesta. En un año complejo para las producciones independientes, el festival no sólo esquivó la adversidad: la transformó en potencia.

Por Micaela Perez Carrizo
PH: Emliano Meza

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