
En estos tiempos que corren en que las giras mundiales tienen mayor prominencia que la venta de discos en los ingresos de los músicos, somos afortunados en Sudamérica de recibir las visitas de bandas que en otros tiempos hubiera sido impensado. Este es el caso de Master, que junto a grupos como Death, Possessed o Massacre sentaron las piedras fundacionales del death metal desde los EE.UU., y actualmente con su líder Paul Speckmann radicado en la República Checa, se mantienen plenamente vigentes, editando discos con una asombrosa regularidad (siete álbumes en los últimos doce años). Así, tras la edición de The witchhunt en septiembre pasado, se embarcaron en una gira sudamericana que los trajo este 17 de Enero a Buenos Aires para presentarse en el Asbury Club. A mi parecer la organización fue muy poco cuidadosa al no difundir en ningún momento los horarios de las bandas (ni a los mismos músicos), y lamentablemente hacia las 19:30 cuando arribé al reducto del barrio de Flores, ya había comenzado su show Rigor Mortis. Una gran lástima que solo haya podido escuchar las dos últimas canciones, “Muertos vivientes” de su recientemente editado Habemus Diabolos y “Necrofagia” de su álbum debut del año 2008, Bienvenidos a la ceremonia. El trío integrado por Leonel Grismado en bajo y voz, Diego Cortese en guitarra y Mario Baraldo en batería escupió su death/thrash de forma brutal y contundente como nos tienen acostumbrados, lo cuál que en conjunción con sus líricas blasfemas los confirman como una de las bandas más destacadas del under extremo nacional.
A continuación fue el turno de Sunlord, banda estadounidense liderada por el argentino Alfonso Ferrazza, quien vive desde hace más de diez años en Nueva York y por primera vez se presentaba con su banda en su tierra de origen. Tras varios cambios de formaciones, hoy lo acompañan Jeff Almeyda en batería y Bobby Schulam en bajo, de destacada actuación mostrando una asombrosa destreza en sus dedos. Con una propuesta diferente a las demás bandas con la que compartía fecha, brindaron un set de cuarenta minutos de un potente heavy centrado en los riffs, interpretando canciones como “Like a champion” o “Forbidden witch” que formarán parte de su próximo disco a editarse este año. Bien recibidos por los presentes, anunciaron otra fecha gratuita el día lunes antes de retirarse del escenario. Mientras tanto, Paul Speckmann se paseaba entre la gente, sacándose fotos y firmando discos, un sorprendente ejemplo de humildad y fidelidad al espíritu under, tan lejano de la clásica actitud y pose de estrella.
Ya eran las 20:45 cuando Matan S.A. subió al escenario con “Vuelvo a saciar mi sed”, tema de su primera placa Parte I: la matanza está por comenzar de 2010. Durante media hora, repasaron varias canciones de su flamante disco nuevo Parte II: El silencio es salud como “El Legado”, “Estás enterrada”, “Repugnante” y “A decapitar”, tema del que filmaron su último videoclip. Con gran presencia escénica y fuertes rugidos de sangrientas líricas asesinas, el cantante Adolfo “Wata” Heber Victoria se llevó todas las miradas, junto a los encargados de construir esos ritmos veloces y riffs violentos que caracterizan su sonido: Nini Carabajal y Norberto Oviedo en las guitarras, Horacio Miguez en el bajo y Martín Soria en la batería. Matan S.A. ya es un número común para abrir los shows extranjeros y son fieles representantes del death vieja escuela en nuestro país.
Recién cuando muy poco faltaba para el comienzo de Master fue que ingresó la mayoría de la gente que estaba en la puerta. Probablemente porque muchos prefieren entrar a última hora en lugar de apoyar a las bandas locales pero también por las altas temperaturas que se padecían dentro del local. De todas formas, las aproximadamente doscientas personas ocupaban estimadamente la mitad de la capacidad del Asbury, algo que sin dudas contribuyó para que dentro de todo el calor sea tolerable (a diferencia del show de Tankard del año pasado en esta misma época del año). En fin, para las 21:40 finalmente llegó el momento del acto principal de la noche y Master arremetió con todo con el tema homónimo de su álbum debut Master de 1990, mientras los más cercanos al escenario comenzaban a festejar las canciones con violentas rondas. Dos canciones de su última etapa, las cataratas de riffs que son “Shoot to kill” de Four more years of terror (2005) y “Slaves to society” del disco homónimo del 2007, bastaron para demostrar el poder de su sonido y que son tan bien recibidos como los viejos clásicos de finales de los ’80 y principios de los ’90. Speckmann está acompañado desde hace diez años, desde que abandonó la escena de Chicago para radicarse en la República Checa, por otro músico de ese país: Zdeněk Pradlovský en batería y Marcelo D’castro en guitarra que es brasilero, consolidando una formación muy estable que es una máquina de sacar álbumes y no se cansan de patear cráneos. Y en el directo no podía ser menos, a toda velocidad prosiguieron con “Judgement of will” y “Submerged in sin” ambas de otro disco fundamental del death, On the Seventh Day God Created…Master de 1991. Acto seguido, fue el turno de “Smile as you’re told” de su aclamado penúltimo álbum The new elite (2012), que dio lugar a una zapada basada en un riff bien doom y que brindó espacio para lucirse al guitarrista. Algo diferente que me pareció muy interesante, ya que es bastante inusual que las bandas de este género experimenten de esta forma.
Era momento de reavivar la llama de la violencia, y de qué mejor manera que con dos brutales canciones de ese disco de culto que es su debut discográfico. Así los infaltables “Unknown soldier” y sobre todo “Funeral bitch” fueron de los momentos más enardecidos y festejados de la noche. “The Parable” fue la única canción que interpretaron de su material más reciente The Witchhunt, para luego retroceder en el tiempo nuevamente con un tema de aquel álbum inédito grabado en 1985 y editado recién 18 años después, “Cut through the filth”. Lamentablemente, la noche no iba a estar exenta de accidentes ya que promediando la canción se cortó la cuarta cuerda del bajo de Speckmann, mientras tanto un solo de batería amenizó la espera mientras la cuerda era reemplazada. A continuación ejecutaron “Remorseless poison” (tema de Death Strike, otra de las bandas que Speckmann tuvo en los ochenta), uno de los temas más mid-tempo de la noche, muy riffero con reminiscencias de Celtic Frost. Antes de retirarse por unos minutos del escenario, sacudieron el recinto con otro de sus mayores clásicos “Pay to die”. Pero todavía faltaba más, y finalmente cerraron su show tras alrededor de 75 minutos con su excelente versión del himno de Black Sabbath “Children of the grave”. En resumidas cuentas, el primer concierto internacional del año cumplió con creces las expectativas de todos los presentes que recibieron por primera vez en Argentina a una leyenda del death metal más clásico, veloz y furioso.
Cobertura: Sebastian De la Sierra
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